Me vienen pidiendo incluya un capítulo del libro para tener una idea del tipo de humor que contiene. Pienso sería demasiado largo un “post” con el texto completo de uno de los capítulos y he pensado en una solución intermedia; poner algunos fragmentos.
Así pues, para los que todavía no habéis leído la novela, a continuación podéis leer unos párrafos sueltos de un capítulo de tránsito de la obra, el 6º (Viaje a Canarias), en la primera noche de inspección que los protagonistas hacen de la vida nocturna en «Playa del Inglés».
Cenando en el hotel, antes de salir de juerga:
Poco a poco, la complicidad se hizo evidente entre ellos al hablar de su periodo militar.
- ¿Te acuerdas del «focas»? –preguntó Gaspar.
- Sí, aquel capitán tan gordo, ¿no?
- Era gordo pero mucho más educado que yo. Cuando se levantaba en el autobús dejaba espacio para tres señoras –comentó Gaspar haciendo reír a sus amigos, al tiempo que unos chicos que revoloteaban a su alrededor daban unos golpes en las sillas.
- Jondia con estos críos, no dejan de molestar –se quejó Cobre, mientras su amigo vasco los contemplaba molesto
- A ver niños, a ver cuándo leemos aquello tan bonito de que habéis subido al cielo –espetó al crío.
- Cómo te pasas.
- No, si a mi me encantan los niños, incluso pienso tener alguno. Siempre he creído en esto de vivir de los padres hasta que pueda vivir de los hijos.
….
Gaspar fue en busca de tabaco a la recepción y al regresar dijo que había echado un vistazo a la discoteca del hotel.
- ¿Y que tal? –le preguntó David.
- Está lleno de viejas –respondió él
- ¿Muchas?
- Unos trescientos cincuenta años por metro cuadrado –puntualizó.
Descubriendo la zona de ocio nocturno de Playa de Inglés:
Fueron en dirección a una calle muy concurrida, que les pareció la zona más ambientada para encontrar chicas de buen ver y mejor tocar. La mayoría de pubs estaban ocupados por turistas extranjeros, británicos sobre todo.
- Joder con los ingleses. Tienen ocupada la isla –comentó David.
- Y eso que fue en Canarias donde Nelson perdió su brazo –dijo Cobre.
- Sí, vino muy bravucón a la isla pero se le fue la mano –añadió el vasco.
Iban por la acera, mirando los locales por los que iban pasando. Un poco más lejos, junto a la puerta de otro pub, vieron a una atractiva rubia apoyada con una pierna en la pared, bebiendo y fumando. Todos se fijaron en lo guapa que era. Cobre supuso que Gaspar iba a decirle algo y, efectivamente, al llegar a su altura, el vasco se paró frente a la chica y con descaro se la quedó mirando, de arriba abajo.
- Caray, qué nena más interesante ¿Te estudio o te trabajo?
- Que te follen –le sugirió la chica, haciendo reír a sus dos amigos.
- Anda, si es española –dijo Gaspar, sorprendido–. ¿Qué, aguantando el edificio?
- No, aguantando pelmazos como tú –respondió ella, quedándose tranquilamente en su postura.
- Ésta te ha salido avispada –dijo Cobre, riéndose.
- Sí, quizás debiera aguijonearla.
….
- ¿Quiénes son? –preguntó la chica morena.
- Unos godos que andan sueltos. Y éste encima subnormal.
- Veo que no tienes pelos en la lengua.
- Tu tampoco.
- Si quisieras, contigo tendría algunos de rizados y rubios, supongo –respondió el vasco volviendo a provocar la risa a sus amigos.
Un rato más tarde, en el interior de la discoteca en la que entraron:
Al llegar a la otra barra, se situaron cerca de las minifalderas y nuevamente pidieron bebidas. Las dos chicas hablaban con una tercera, que había estado aguardando sus consumiciones, bastante delgada, y que no destacaba como las otras.
- Ahora son tres. Una para cada uno –dijo David.
- ¿Y quién se queda con la nadadora? –preguntó Gaspar.
- ¿Qué nadadora? –le dijo David, sin entender.
- ¿Cuál va a ser? La que «nada» por delante y «nada» por detrás.
En el parking de la discoteca:
Cobre aprovechó para besarla de nuevo; ella lo detuvo.
- ¿Quieres que te la chupe? –le propuso entonces la chica.
- ¿Qué? –dijo él, sin saber si había entendido bien.
- Si quieres que te la mame –le repitió Raquel con su mano puesta sobre el paquete, acariciándoselo.
Cobre se quedó sorprendido del rápido giro que tomaba el asunto, pero teniendo en cuenta que le agradaba más el sexo oral que el escrito, aceptó encantado.
Raquel le desabrochó el botón del pantalón, bajó la cremallera de la bragueta y por el agujero sacó su pene ya endurecido. Lo acarició ligeramente con la mano derecha y después, inclinándose sobre él, se lo introdujo en la boca. El miembro de Cobre le creció en tamaño y cerró los ojos notando el placer que le daba la chica con su diestra lengua. De pronto ella paró.
- Si me das la coca que tienes… sigo –le dijo la chica sin incorporarse del todo.
- ¿Qué dices? –preguntó Cobre extrañado.
- Si quieres que siga chupándotela, tienes que darme la coca.
Un poco después, fuera de la discoteca:
- ¿Y la chica? –preguntó el vasco.
- Es una puta –le dijo Cobre.
- Ya te dije que eran unas guarras.
- Sí, pero no una puta de “guarrindonga”. Sino una puta de verdad, de las de pagar –concretó Cobre-. Venga, larguémonos ya.
- ¿Dónde?
- A hacernos una paja. Venga sube –insistió.
….
- Adiós, nenas. Se hace tarde y prometimos a nuestros padres que mañana los llevaríamos a jugar a los columpios. Quedaos en esta esquina: es muy buena
Cobre les explicó lo sucedido.
- De lejos parecían una cosa pero de cerca ya se veía algo raro –dijo Gaspar–. La delgada llevaba tanto maquillaje en la cara que he estado apunto de preguntarle si era protector lunar –explicó haciendo reír a sus amigos. Ahora entiendo lo de que trabajaban en un negocio turístico.
- Ostras, pues yo nunca lo hubiera pensado –dijo David.
- Enseguida me ha dado la impresión que estas chicas no tenían precisamente una carrera de letras –manifestó de nuevo el vasco–. Seguro que en el colegio en vez de estudiar ya se tiraban a todo el equipo de ajedrez. Y no precisamente gratis. Ya desde un inicio me ha parecido que sabían más de la vida que nosotros... y no como otros –acabó dando una colleja a Cobre.
- Mira que inteligente el nene. Claro, yo soy tonto –dijo él.
….
- El cerebro es necesario pero en su caso no se para qué –seguía hablándole Gaspar–. Por eso cuando le decimos algo le entra por un oído y le sale por el otro. El sonido no se propaga en el vacío.
- Ja,ja,ja –se apuntó esta vez Cobre a la risa, mientras Gaspar lo contemplaba con cara de resignación.
- Bienaventurados los que se ríen de si mismos porque nunca se les acabará el cachondeo –acabó diciéndole el vasco.
Al llegar al hotel, subieron directo a la habitación, estaban cansados del largo día, viaje incluido. Cobre se sentó en una silla. Estaba pálido.
- Creo que no me encuentro bien.
- Pues tendrás que buscarte mejor –le dijo el vasco
Sin hacer caso a su amigo se levantó y con una mano en su boca se fue hacía el baño. Después de un rato asomó por la puerta.
- ¡Jondia! Me han venido unas arcadas que casi vomito toda la cena.
- Pero no has vomitado ¿no? –preguntó Gaspar.
- No, por suerte no –respondió Cobre visiblemente pálido.
- Ya me lo suponía. Para que un catalán devuelva algo…